Por: Alexandra Ivanova, directora Revista Pasacalles
Estoy a pocos días de celebrar una fecha muy importante para mí. Se trata del duodécimo aniversario de vivir en la “Suiza Centroamericana”. En el transcurso de estos 12 años, me han preguntado muchas veces, qué es lo que no me gusta en Costa Rica y qué ha sido más difícil para mí como inmigrante.
No voy a calificar lo que en seguida voy a decir, como “no me gusta”, ya que a estas alturas he logrado conocer la idiosincrasia costarricense y, aunque una persona nunca puede afirmar que ya lo sabe todo y estoy en el constante aprendizaje, simplemente asimilo esta característica de muchos costarricenses como parte de su forma de ser y algo que tal solo hay que aceptar como una realidad pues ya también soy una costarricense más.
Lo que sucede es … lo que a muchos costarricenses y latinoamericanos en general, les da miedo ser más directos.
Rechazar de una vez una propuesta inconveniente, denegar lo que sea, si no le sirve a una persona, con frecuencia se convierte en un “ahorita más tarde”, “lo voy a pensar”, “lo voy a llamar”, “le aviso” y algo por el estilo. Y si en las relaciones personales estos momentos se arreglan dependiendo del contexto, en el ámbito laboral esto está complicando muchas cosas.
En la época de la pandemia, se ha hablado mucho de cambiar los hábitos que se tenían antes. Se habla del ahorro de los recursos económicos y la necesidad de cuidar lo que tenemos. Además, por la misma razón, muchas personas han aprendido que uno de los recursos más valiosos es el tiempo. Por ello, sería muy importante valorar el tiempo, no solo el propio sino también de otras personas.
Un emprendimiento, una organización y un país entero no podrá proseguir con su desarrollo, si los recursos tan importantes no se están valorando.
A veces, el hecho de decir “no” de una vez y no generar las falsas expectativas para la persona que queda esperando la respuesta de lo que sea, no es ninguna grosería ni tampoco frialdad, sino una muestra de respeto. El respeto al tiempo de otra persona, a sus esfuerzos y sentimientos pues si no los necesitamos, es mejor darle la oportunidad de encontrar el lugar donde todo esto sería bien recibido y debidamente valorado.
Sin embargo, no es una tarea fácil pues en muchas ocasiones, de verdad pensamos hacer algo o comunicarnos con alguien “más tarde” y luego lo olvidamos. Para ser sincera, a mí también me ha pasado.
¿Quizá la tarea de aprender a ser más claros y directos sin dejar de ser amables y respetuosos, lo mismo que valorar cada instante, tanto de nosotros como de los que nos arrodean, puede ser una de las más importantes para acomodarnos a la nueva normalidad?
Porque los acontecimientos que ha vivido el mundo entero durante el 2020, han sido una prueba de que para muchos “el otro día” ya no llegará.