Por: Alexandra Ivanova, directora Revista Pasacalles
23 setiembre 2016
“Tenía unos 16 años cuando Nacho me llevó a vivir con él y a los 17 ya tenía mi primera hija que fue la Lucrecia”, cuenta doña Ana, mientras la expresión de sus ojos se pone pensativa y un poco nostálgica.
La vida de esta ama de casa y madre de 11 hijos ha sino llena de muchos acontecimientos, tanto alegrías como dificultades y tristezas, sin embargo, aquellos más de 20 años que vivió en Nicaragua, ella los reconoce como una parte indispensable de su vida.
Oriunda de Alajuela, doña Ana se casó con don Ignacio, quien llegó a nuestro país de Rivas, Nicaragua y los primeros de sus hijos nacieron en Costa Rica, pero luego la familia se trasladó al país vecino, donde nacieron los nuevos miembros de la familia Quirós Aguilar.
Con el transcurso de los años, casi todos los representantes de esta familia se trasladaron a Costa Rica, unos de regreso y otros teniendo la nacionalidad nicaragüense y ahora solo dos hijas de doña Ana continúan viviendo en la tierra pinolera.
Sin embargo, durante muchos años doña Ana y don Ignacio viajaban al país vecino casi todos los años y después de la muerte de su esposo en el año 2011, la madre de familia sigue visitando a sus hijas y nietos.
En la casa de la familia Quirós Aguilar, ubicada en Barrio San Luís, se escucha la mezcla de acentos de las dos naciones y se habla de las noticias que se generan en los dos países y si algunos puntos de vista sobre ciertos temas no coincidan, este no es el motivo para los graves desacuerdos entre familiares.
En algunas ocasiones, sobre todo, para las fechas especiales, se preparan las comidas tradicionales tanto costarricenses como nicaragüenses, así como el “vigorón”, el “baho” y los famosos “nacatamales” que doña Ana prepara para la Navidad, con la ayuda de sus hijas y nietas que se reúnen en su casa para amarrar los tamales antes de echarlos a la olla.
Por su lado, algunos de los miembros de la familia recuerdan los tristes y dolorosos tiempos del conflicto armado que se vivió en Nicaragua durante muchos años, por lo que aprecian la posibilidad de vivir en un país pacífico y esperan que estas páginas de la historia nicaragüense no se vuelvan a repetir.
Este es un ejemplo de tan solo una familia que vive en Pérez Zeledón, Costa Rica, pero cientos de familias mixtas, integradas por costarricenses y nicaragüenses, viven en diferentes partes de nuestra tierra.
Dejando de lado los temas políticos que están dando de mucho hablar durante los últimos días, es importante recordar que lo que realmente importa para fomentar la paz y la convivencia sana entre las dos naciones, no son los las discusiones en redes sociales sino el respeto mutuo de las dos partes.