Por: Alexandra Ivanova
Para muchas personas, la pandemia de COVID-19 se ha convertido en una verdadera prueba de resistencia emocional. Sin embargo, ha sido un reto mayor para las personas que tienen que recibir un tratamiento específico para llevar la vida normal, ya que viven con diagnósticos psiquiátricos.
No obstante, Luis Alberto Monge Abarca, quien padece de Trastorno Bipolar Afectivo, asegura que la mejor forma de enfrentar la situación es mantener la tranquilidad. Don Luis no solo aprendió a vivir con su enfermedad, sino también se realizó como educador, escritor y autor de varios inventos tecnológicos.
Desde joven, don Luis ha presentado cuadros depresivos y ataques de ansiedad, lo que le impidió terminar sus estudios en el extranjero.
“Las causas de la bipolaridad aún no están determinadas. Algunos especialistas creen que es una condición genética. El problema que tengo, es un desorden en el espectro afectivo”, dijo Monge.
Según contó el adulto mayor, en el transcurso de su vida ha experimentado dos formas de las crisis emocionales. “Los altibajos emocionales pueden llevar a niveles increíbles y en algunos casos, tienen que ser tratados con medicamentos. Las pastillas me ayudan a bajar la velocidad del pensamiento y me llevan a la normalización. Pero cuando llego a los picos altos, es muy probable que después lleguen los picos bajos, o sea, la depresión. En estos momentos, una persona pierde toda la capacidad creativa”, explicó don Luis.
No obstante, en los tiempos cuando se logra controlar la enfermedad, Monge fue autor de varios inventos tecnológicos, reconocidos por el Estado, inclusive el sistema de regulación de la descarga de agua en el servicio sanitario.
“Cuando me siento mal, me encierro en mi casa y siento miedo a salir. En estos momentos, paso viendo televisión y leyendo desde la computadora. En los momentos de la depresión, tengo que acudir a un psiquiatra y tomar los medicamentos anti depresivos que me ayudan a volver a la normalidad. Es muy importante siempre recibir la asistencia profesional y el apoyo de la familia, para no llegar a los cambios bruscos. Como ser humano sociable, dependo de mis acciones”, añadió el adulto mayor.
Sueños rotos se lograron cumplir
Monge, asegura que la enfermedad truncó algunos de sus sueños y uno de ellos fue estudiar Economía en Europa.
“En los años 70 fui a estudiar a Polonia y se me presentó una crisis. Me tuvieron que internar en el hospital, donde me tuvieron amarrado, porque los doctores no entendían mi idioma y no me dieron los medicamentos que necesitaba”, comentó el educador pensionado.
Para don Luis, no solo fue un fracaso sino también una gran experiencia de vida. “En este viaje crucé el Atlántico cuatro veces. Tenía una beca del Partido Vanguardia Popular y de parte de los polacos, hubo un compromiso de que, si un estudiante se enfermaba, un médico lo tenía que acompañar a su país. Por ello, un doctor me acompañó hasta el Aeropuerto Juan Santamaría. Aquí me recibió mi familia y luego me internaron en el Hospital Psiquiátrico de Costa Rica”, contó Monge.
Recordó que pasó 15 días en el centro médico y empezó a volver a la normalidad paso a paso, aunque no fue fácil.
“Caminaba por las calles de San Isidro de El General, hablando ruso, ya que también visité la Unión Soviética y estudié un poco de este idioma con algunos compañeros”, añadió don Luis.
“Las personas que no conocen mi condición, no me pueden tratar de manera adecuada pues mi reacción tampoco es adecuada y puede ser agresiva. Cuando estoy en una aceleración, puedo ser muy creativo, pero en una depresión todo es un problema”, destacó.
A pesar de la enfermedad, don Luis terminó sus estudios en Costa Rica y logró tener una vida profesional plena y se desempeñó como profesor de Contabilidad.
“Terminé mis estudios de secundaria en el Liceo UNESCO y el Colegio Vocacional Monseñor Sanabria. Luego trabajé con varias instituciones del Gobierno y pasé a laborar en el Colegio Técnico Profesional San Isidro, donde tuve la oportunidad de estudiar en el Centro de Investigación para el Perfeccionamiento de la Educación Técnica”, dijo Monge Abarca.
A inicios de los años 80, don Luis obtuvo el título de profesor de Estado con énfasis en Contabilidad. Durante los fines de semana, el educador estudió en Alajuela y regresaba a practicar en el Colegio Técnico, donde impartía clases de Estadística, Matemática y Matemática Financiera.
“Esta fue una gran oportunidad, porque logré obtener la misma profesión con que soñaba en Polonia, pero estando arrodeado de mi gente y hablando en mi idioma”, expresó Monge.
Don Luis, recordó que le gustaba mucho interactuar con los estudiantes y respondía sus preguntas cuando se encontraba con ellos en un autobús.
Consultado sobre la forma de convivir con su enfermedad y a la vez, trabajar con los estudiantes, el educador pensionado contestó que la mejor manera de hacerlo fue ser él mismo.
“Lo logré siendo yo; también, tenía responsabilidades y contaba con las herramientas necesarias, por lo que logré salir adelante. También fui coordinador del área de Contabilidad. Las reuniones con mis compañeros también me daban muchas fuerzas. Mi historia laboral ha sido una gran experiencia de vida, ya que me permitió disfrutar la vida”, agregó el adulto mayor.
El educador, también recordó que, en los momentos de la depresión, les decía a los estudiantes que el problema no era ellos.
Dando cara a la pandemia
Para don Luis, la mejor forma de enfrentar la pandemia, es mantener la tranquilidad y seleccionar la información que recibe todos los días de diferentes medios y no dejarse llevar por el temor.
“Las personas se sienten muy tensas, debido al exceso de la información que a veces no es veraz. Además, la pandemia ha producido un gran aumento de desempleo. Para mí, la tasa de desempleo es mucho más alta de un 20%, ya que hay muchos empleos informales”, dijo Monge.
A pesar de la necesidad de cumplir con la cuarentena, el adulto mayor asegura que se ha sentido tranquilo y ha tratado de cumplir con las recomendaciones de las autoridades. Además, vive acompañado de sus tres hermanas quienes también son adultas mayores.
“Pienso que la vida es de un solo viaje. Una persona nace, crece, se reproduce y luego se va y ya no regresa. Solo nos queda aceptarlo”, concluyó.