Prof. Fernando Herrera
Filólogo y editor
Foto: Don Quijote y Sancho, los fantasmas irreales y los molinos de trigo. Mural de la pintora generaleña, Angeline Valverde Ureña
¿El mundo conmemoró este 22 de abril del 2016 los cuatrocientos años de la muerte de Miguel de Cervantes, y en Costa Rica queremos contribuir desde las páginas de esta revista con ese aniversario luctuoso pero memorable para las letras.
Cervantes, nacido en Alcalá de Henares en 1547, murió, en Madrid, en 1616, siendo dentro de su grandiosa producción literaria El Quijote la obra cumbre de su genio literario. Este hermoso libro se sigue leyendo con tremenda alegría y gusto, y arrastra, tras el tiempo perdido, una gran actualidad, incluso para estos tiempos alarmantes yoscuros. Libro de aventuras y aleccionador del cual podemos extraer enseñanzas útiles.
DonQuijote vuelve a cabalgar en su lucha contra la injusticia y la estupidez humana. El quijotismo, como filosofía de la vida y temple invencible, nació de esta novela, y es la expresión máxima de un idealismo, presente en los grandes luchadores de la humanidad. Costa Rica tuvo muchos quijotistas, y entre ellos destacó Joaquín García Monge quien se adhirió muy joven a esta filosofía y convirtiéndola en una guía de su incansable labor editorial.
Más de medio siglo, desde 1904 hasta 1958, trabajó para difundir las grandes obras de la literatura, el pensamiento, el artey la filosofía, sin apoyo oficial, y desde Costa Rica divulgó la literatura para el mundo.
De la pluma de García Monge salió un hermoso ensayo sobre Cervantes y el quijote escrito para el tercer centenario de su muerte, en 1916, y que tituló Notas, en la que hizo una lectura libre yemotiva de esta obra y de Cervantes. He aquí un extracto de esas glosas que pueden leerse completas en el libro Cosecha literaria de Joaquín García Monge, publicado por la EUNED, de quien escribe esta columna.
“Beneficiosa influencia del Quijote. A inspirarse en él.
El Quijote fue el último libro que leyó nuestro padre Bolívar. ¡Alto y memorable ejemplo!
D. Quijote humilde, sabio, conforme. Deja que de él se apoderen las influencias. Y así ha de ser. Simpatía, admiración por los héroes de sus libros favoritos. Muy consciente D. Quijote de la influencia que él recibe de Amadís. Al imitarlo se engrandece.
Antes de lanzarse a las aventuras reales, D. Quijote de los libros las pasa al simulacro. Fe en lo que dicen los libros al consagrase en algo: caballero andante o lo que sea. Mucho se interesa don Quijote por los libros. Son ellos los que lo confortan en los trances difíciles.
Obediente, no busca originalidades, no quiere hacer mundo nuevo, prosigue la tradición de los precursores.
Siempre amable el caballero, temeroso de herir. Humilde con los humildes. Humilde pero orgulloso, satisfecho de su intrínseco valor. “Yo sé quién soy”, dice D. Quijote. No pudo expresarse con más arrogancia y firmeza el extraordinario sentimiento de su personalidad.”