Generaleño sobrevivió al cáncer y accidentes para contarlo en un libro
Por: Alexandra Ivanova
Quedarse vivo después de ser arrastrado por una avalancha de árboles caído. A solo 18 años de edad escuchar un diagnóstico que para muchas personas sigue siendo el sinónimo de la muerte. Sobrevivir milagrosamente a varios accidentes y vivir un asalto. Pareciera demasiado para una sola persona, pero la vida de Evelio Flores Montoya tuvo todas estas colisiones.
No obstante, logró movilizar sus fuerzas internas para seguir adelante y cumplir su sueño de escribir un libro, donde nos cuenta su historia.
Entre trillos y montañas, en un pueblo alejado del centro del cantón de Pérez Zeledón, Evelio Flores Montoya llegó al mundo en el año 1966. Nació en Chontales de Barú, Pérez Zeledón, en una familia campesina y desde muy temprana edad aprendió a trabajar la tierra para sobrevivir.
“El principal trabajo en estos lugares siempre fue en el campo, labrando terrenos de grandes finqueros. El negocio más cercano, estaba a tres horas de camino, donde un gran parte solo se pasaba a pie. Soy hijo de padres muy valientes, aun así, vivíamos en condición de pobreza extrema, sin ninguna comodidad para salir adelante”, recordó Flores.
Cuando tenía 17 años de edad, sufrió el primer accidente grave. Una avalancha de árboles caídos lo arrastró y lo llevó a una peña.
“Tuve una lesión grave en una pierna, donde unas 7 o 8 pulgadas quedaron sin carne. Estuve internado en el Hospital San Juan de Dios durante 4 meses. Pero cuando me recuperé después del accidente, la vida me puso en prueba nuevamente”, contó don Evelio.
En el año 1983 a Flores le detectaron el sarcoma de Ewing. Según los médicos, es uno de los tumores malignos más agresivos.
“Tenía solo 18 años de edad. Primero me hicieron biopsia y luego me trataron con cobalto y con quimioterapia. En aquellos tiempos, para muchas personas, el cáncer fue sinónimo de muerte. El médico me dijo que, si no fuera tratado, la enfermedad hubiera afectado otros órganos pues había que tomar medidas ya o ya”, comentó.
Para Evelio, lo más difícil fue ver las personas jóvenes morir en el mismo salón del hospital. Además, su organismo tuvo una reacción muy fuerte a la quimioterapia.
“Los médicos realizaron una reunión y me pronosticaron unos 5 años de vida, lo mismo que a otras personas que estaban ahí. Imagínese, este pronóstico fue terrible”, expresó.
Luego Flores recibió el tratamiento en la Clínica del Dolor, ya que sufría dolores muy fuertes y hasta pedía que le amputaran la pierna, sin embargo, los galenos lo valoraron y decidieron no hacerlo.
“Decía que la pierna no me servía para nada, que solo era para sufrir, y la unidad de cuidados paliativos, para mí era un lugar adonde las personas llegaban para morir, ya que fueron tratadas con morfina y otros medicamentos fuertes. Por ello, decidí abandonar el tratamiento”, confesó don Evelio.
Flores decidió no volver más al centro médico, ya que estaba seguro que no podía aguantar más un tratamiento tan difícil.
Dentro de un tiempo el joven estaba jugando fútbol y sufrió una fractura en la misma pierna donde estaba el tumor, por lo que tuvo que volver al hospital. Le realizaron la biopsia nuevamente y no se detectaron células malignas.
Discutiendo con la muerte
Después de abandonar el tratamiento, Flores comenzó a reincorporarse en la vida normal. No obstante, en el transcurso de su vida enfrentó varias situaciones que califica como “estar al borde de la muerte”.
“Tuve varios accidentes y también, fui asaltado y tuve que fingir la muerte para sobrevivir. Tenía unas piezas de titanio incrustadas en el hueso y cuando me golpearon, me fracturaron la misma pierna del tumor. Me mandaron otra vez al Hospital San Juan de Dios y dijeron que me tenían que operar. Debido a los tratamientos, el muslo se seca, por lo que no me quería operar y me hicieron firmar una nota de que no aceptaba la operación”, recordó.
Dentro de unos 4 años los médicos le dijeron a Flores que esta decisión fue la mejor que se podía haber tomado.
A pesar de sus problemas de salud, don Evelio pasó muchos años trabajando en el campo y también, laboró en una empresa bananera. En sus ratos libres, el fútbol era su gran pasión. Por ello, se acostumbró a esconder las secuelas de la enfermedad y las lesiones, para que no lo excluyeran del equipo.
“Después del tratamiento, volví a las canchas abiertas dentro de unos 3 años. Cuando vivía en Limón, salíamos de trabajar e íbamos a entrenar. En el salón comunal había un muro muy alto y me quedaba rebotando el balón en la pared. A veces sentía la pierna como si estuviera dormida y el tobillo perdía la flexibilidad, pero siempre practiqué mucho deporte”, añadió.
Dentro del equipo, don Evelio se desempeñaba como portero, por lo que usaba las medias altas que le ayudaban a esconder las cicatrices.
“Trataba de no mostrar la pierna y tenía que ingeniar algo para ocultar las deficiencias físicas pues no quería que me sacaran del equipo”, destacó.
Libro se hace realidad en pandemia
A pesar de las dificultades económicas que ha tenido que enfrentar durante la pandemia, don Evelio aprovechó el tiempo libre para concretar un sueño que tenía durante los últimos 5 años. Así nació el libro denominado “Tragedias de un campesino”, donde Flores comparte su experiencia.
“Durante 6 años tenía un puesto de venta de churros y algodón de azúcar, junto a otro compañero. Participamos en diferentes ferias, negociando con las iglesias y las asociaciones de desarrollo. Pero con la llegada de la pandemia, tuvimos que suspender esta actividad. Sin embargo, la pandemia me dio el tiempo necesario para escribir el libro. Para mí, es una historia que pocas personas han vivido”, resaltó.
Para empezar, don Evelio escribió el libro a mano. Luego dos de sus sobrinos le ayudaron a digitarlo. Después lo imprimió y contactó al comunicador Tony Méndez, a quien conocía desde hace mucho tiempo.
“Tony Méndez me dirigió al escritor Luis Enrique Arce, quien vio las primeras páginas y dijo que este proyecto era muy bonito, pero no podía ser comercial.
Empecé a recaudar fondos poquito a poco y, para empezar, conté con el apoyo de un hermano y una hermana. Después pedí colaboraciones a algunos de mis amigos y luego los puse como colaboradores. De esta forma, muchas personas me ayudaron. Para mí, escribir no me cuesta mucho, la parte financiera fue la más difícil, pero lo logré con la ayuda de muchas personas”, comentó.
Don Evelio vende el libro en la Feria del Productor Generaleño, lo mismo que en la Farmacia Maré, Trincheras y en algunos locales en San José.
Uno de los objetivos de su testimonio, también es instar a las personas a ser donadores de sangre.
“Fui tratado con quimioterapia, por lo que no puedo ser donador de sangre, aunque siempre quería hacerlo. Por ello, trato de hacer un llamado a las personas a que lo hagan”, agregó.
Don Evelio, también contó que, para ganarse la vida, trabajó en negocios propios, alquiló algunos locales comerciales y hacía artesanía.
“Hace 4 años empecé a hacer artesanía cuando estaba lloviendo mucho y después llegué con mis productos a la Expo PZ. Con la pandemia se suspendieron varios proyectos, pero siempre tengo mi equipo para preparar churros y algodón de azúcar en la casa y trabajo por pedidos”, añadió don Evelio.
Flores, también tiene una huerta para el consumo familiar donde siembra culantro, rábano, maíz y frijoles.
A sus 54 años de edad, don Evelio cuenta con una pensión por invalidez de Caja Costarricense de Seguro Social, de régimen no contributivo y vive en San Isidro de El General, acompañado de su padre.