Por Carlos Monge
Periodista
Cuando se hubiera pensado que las últimas notas lideradas por maestro Ramón Mata comenzaban a diluirse en los valles de Pérez Zeledón, las llanuras de Buenos Aires y las bajuras de Quepos, vino el revenar de la música sinfónica… como reverdecen los campos con las primeras lluvias.
Decíamos que la música sinfónica que los generaleños disfrutaron desde que San Isidro comenzó a tomar aires de poblado (adscrito primero a Tarrazú y luego al cantón de Dota) hasta la desaparición de la Banda Sinfónica de la Municipalidad de Pérez Zeledón, dejó un vacío en el campo de la cultura, durante dos décadas, hasta el surgimiento de la Escuela de Música Sinfónica.
A partir de entonces, renació para quedarse. Los esfuerzos de personalidades generaleñas como Fernando León Ríos y Leonel Calvo Aguilar no tuvieron eco, hasta que emergió una iniciativa de Wilberth Vargas Guerrero, profesor de música del Liceo Unesco, de San Isidro de El General, como un proyecto de extensión de la Universidad Nacional de Costa Rica, en 1994, por iniciativa de
Comenzó a funcionar en el 96, con la creación de la Asociación Escuela de Música Sinfónica de Pérez Zeledón y el respaldo la Universidad Nacional, la Municipalidad y el Ministerio de Educación Pública.
No fue fácil. Se estaba comenzando de cero, con un grupo de sesenta niños y muchachos, casi sin instrumentos y sin un local adecuado para la enseñanza de la música. La Escuela Pedro Pérez Zeledón le facilitó a la Asociación el espacio que necesitaba, pero las protestas de los vecinos los obligaron a buscar una nueva sede.
Desde entonces, y durante casi dos décadas, la Escuela funcionó en un local esquinero del Palacio Municipal, ruinoso y propenso a los ruidos de la calle, hasta que estrenó un lindo edificio, más adecuado a sus necesidades, el seis de junio de 2014.
La historia de la Escuela de Música Sinfónica de Pérez Zeledón es una historia de éxitos. Hoy, con 260 estudiantes de entre cinco y veinte años de edad, y veintitrés profesores especialistas en la enseñanza y ejecución de los instrumentos musicales, la Escuela cuenta con ocho conjuntos sinfónicos. Y trasciende fronteras.
Ocho conjuntos sinfónicos: la Banda Elemental, la Big Band, la Banda Sinfónica, la Orquesta Infantil, la Camerata, la Orquesta Elemental… La Banda de Honor, conformada ocasionalmente (por el honor de hacerlo) por músicos formados por la Escuela incorporados a prestigiosas orquestas sinfónicas o dedicados a sus respectivas profesiones… y grupos musicales que emergen del semillero sembrado en Pérez Zeledón.
La Escuela se proyecta; músicos salidos del modestísimo edificio esquinero –ya desaparecido- del Palacio Municipal, forman parte de orquestas sinfónicas nacionales y también internacionales. Valga recordar a Rafael Monge Zúñiga, primer oboe de la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional de México.
La Escuela se proyecta y se codea con otras orquestas del mundo. Se proyecta a los distritos de Pérez Zeledón y las provincias de Costa Rica y se codea con prestigiosas orquestas de países como Panamá y México.
La Escuela “… ha proporcionado una movilización social que ha impactado a muchos hogares, mejorando la calidad de vida de los niños, niñas y jóvenes a través de una formación musical sistemática”, dice la Asociación Escuela de Música en su moderna y bien excelentemente presentada página web.
Nació para quedarse y crecer; y para darle continuidad por los tiempos de los tiempos, a una faceta de la cultura que ha acompañado a los generaleños desde sus propios orígenes. Y todo porque existen visionarios y tesoneros personajes como Wilberth Vargas, Leonel Calvo, Fernando León, Ramón Mata, Rafael Rojas, Celestino Mora y todos los que han respaldado sus iniciativas.